Menos de treinta años y este chico del pueblo ya dirige las cocinas de Le Moulin.
Sin prejuicios y con una visión clara de su cocina:
lo compartido, la generosidad, la humanidad...

« Siempre tengo presente la coca de pimienta y la sobrasada de mi abuela. La cocina del Sur es la que me habla, la que me gusta... »

Menos de treinta años y este chico del pueblo ya dirige las cocinas de Le Moulin.  Sin prejuicios y con una visión clara de su cocina:  lo compartido, la generosidad, la humanidad...  « Siempre tengo presente la coca de pimienta y la sobrasada de mi abuela. La cocina del Sur es la que me habla, la que me gusta... »

¿Qué te guía?

En primer lugar, la familia. Fui a la misma escuela de hostelería que mi madre y mi padre, en Sisteron. A ellos les debo mi vocación. Después, la sed de aprender de los chefs que han marcado mi camino durante mis diferentes trabajos, de los productores locales de agricultura sostenible que siguen abasteciéndome, de Instagram que ahora me aporta contactos e ideas... Y de la amabilidad, como la de la familia Sibuet, en su hotel de Val Thorens, junto al chef Mathieu Groshenry; la de otro chef, José Bailly, en Les Roches Rouge; la de los equipos aquí en Lourmarin. En todo momento hay pequeñas atenciones, sonrisas, escucha... Y luego, la autenticidad. Viniendo de un pueblecito de los Alpes de Alta Provenza, siempre he preferido el campo a la ciudad, la intimidad a la multitud, la sinceridad al brillo de las lentejuelas...

En primer lugar, la familia. Fui a la misma escuela de hostelería que mi madre y mi padre, en Sisteron. A ellos les debo mi vocación. Después, la sed de aprender de los chefs que han marcado mi camino durante mis diferentes trabajos, de los productores locales de agricultura sostenible que siguen abasteciéndome, de Instagram que ahora me aporta contactos e ideas... Y de la amabilidad, como la de la familia Sibuet, en su hotel de Val Thorens, junto al chef Mathieu Groshenry; la de otro chef, José Bailly, en Les Roches Rouge; la de los equipos aquí en Lourmarin. En todo momento hay pequeñas atenciones, sonrisas, escucha... Y luego, la autenticidad. Viniendo de un pueblecito de los Alpes de Alta Provenza, siempre he preferido el campo a la ciudad, la intimidad a la multitud, la sinceridad al brillo de las lentejuelas...

¿Y tu cocina?

Familiar, maternal, generosa... Como los eperlanos fritos a la rouille, las ostras de la cuenca del Thau abiertas en barbacoa, un risotto de espelta pequeña con sopa de pescado, un estofado de rape, un lomo de cerdo de granja con boletus, o incluso una ave asada acompañada de un tian de verduras, un auténtico pisto, una calabaza al horno con cebollas caramelizadas... Tantos platos para compartir o servir individualmente y que, a pesar de su receta atemporal, permiten añadirles un toque de innovación y modernidad. ¿Y por qué no, de vez en cuando, fuera de carta, un hermoso pescado o una pierna de cordero entera cocinada a la brasa?

Familiar, maternal, generosa... Como los eperlanos fritos a la rouille, las ostras de la cuenca del Thau abiertas en barbacoa, un risotto de espelta pequeña con sopa de pescado, un estofado de rape, un lomo de cerdo de granja con boletus, o incluso una ave asada acompañada de un tian de verduras, un auténtico pisto, una calabaza al horno con cebollas caramelizadas... Tantos platos para compartir o servir individualmente y que, a pesar de su receta atemporal, permiten añadirles un toque de innovación y modernidad. ¿Y por qué no, de vez en cuando, fuera de carta, un hermoso pescado o una pierna de cordero entera cocinada a la brasa?