De Plougasnou, en Bretaña, a Saint-Raphaël, en la Costa Azul, la carrera de José Bailly es un asunto de familia. Retrato del chef de las Roches Rouges, el Fitz Roy y el Val Thorens.

«  ¡Mi gastronomía son historias personales! »

De Plougasnou, en Bretaña, a Saint-Raphaël, en la Costa Azul, la carrera de José Bailly es un asunto de familia. Retrato del chef de las Roches Rouges, el Fitz Roy y el Val Thorens.

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¿Cómo llegaste a la cocina?

Por casualidad. Cuando era más joven, cerca de Morlaix, tenía otras formas de realizarme. Por un lado, mis estudios de construcción, ya que quería entrar en una escuela de arquitectura. Por otro, el hockey sobre hielo en el equipo nacional. La muerte de mi padrastro lo cambió todo: a los quince años tuve que ponerme a trabajar. Así que me empleé en la construcción, recolectando, clasificando ostras... Hasta que me enteré de que un restaurante de mi pueblo buscaba un aprendiz. Me gustó la estética y la técnica. Y decidí ir a por ello...

Por casualidad. Cuando era más joven, cerca de Morlaix, tenía otras formas de realizarme. Por un lado, mis estudios de construcción, ya que quería entrar en una escuela de arquitectura. Por otro, el hockey sobre hielo en el equipo nacional. La muerte de mi padrastro lo cambió todo: a los quince años tuve que ponerme a trabajar. Así que me empleé en la construcción, recolectando, clasificando ostras... Hasta que me enteré de que un restaurante de mi pueblo buscaba un aprendiz. Me gustó la estética y la técnica. Y decidí ir a por ello...

¿Cuál ha sido tu trayectoria profesional?

Podría nombrar a todos los chefs que he conocido y su visión de la profesión. Pero eso no es lo principal. Para mí, recuerdo sobre todo los veranos que pasé levantando redes para mis tíos pescadores, sembrando y recogiendo en el huerto de mi abuelo, el rigor y el respeto por los demás que aprendí durante mi paso por el ejército... Estas experiencias alimentan mi cocina. El hecho de que todas estas personas puedan reconocerse en mis platos y sentirse orgullosas de mí me hace avanzar cada día.

Podría nombrar a todos los chefs que he conocido y su visión de la profesión. Pero eso no es lo principal. Para mí, recuerdo sobre todo los veranos que pasé levantando redes para mis tíos pescadores, sembrando y recogiendo en el huerto de mi abuelo, el rigor y el respeto por los demás que aprendí durante mi paso por el ejército... Estas experiencias alimentan mi cocina. El hecho de que todas estas personas puedan reconocerse en mis platos y sentirse orgullosas de mí me hace avanzar cada día.